Universidad de los Andes
Escuela de gobierno
Derecho a la ciudad
Profesora: Dra. Amy. E Ritterbursch
El pasado martes tuvimos la
primera salida de campo y para mí ésta empezó realmente desde que salí de mi
casa, pues me preguntaba una y otra vez ¿cómo sería?, si en teoría yo ya “conocía”
el lugar por el cual caminaríamos. Este pensamiento cambió inmediatamente
después de que me uní al grupo en las aguas, debido a que ya las personas se
daban cuenta de que yo estaba ahí, o bueno de que todos estábamos ahí, pues era
muy difícil pasar desapercibido entre los transeúntes con un grupo como el que
teníamos. Ése era el primer contraste,
el grupo, pues definitivamente había algo diferente entre esas personas y el
contexto en el que estaban y no precisamente por la ropa. A medida que íbamos
haciendo nuestro recorrido ese contraste entre lo “gris” y lo “blanco” se iba
haciendo más notorio.
Cuando llegamos a la plaza de los
periodistas lo primero que olí fue marihuana y al buscar la fuente encontré a
jóvenes, tal vez universitarios, que reunidos compartían un poco de esta. Mucho
más adelante el olor volvió y esta vez la fuente había cambiado, era un señor “indigente”
que no estaba reunido, estaba solo disfrutando de lo mismo que los primeros
muchachos. La primera vez que la olí el juicio no fue tan duro, pues eran unos
adolescentes parecidos a nosotros que al estar vinculados sobresalientemente en
la ciudad, no tenían mucho de malo; en cambio, la segunda vez el juicio sí fue
duro pues era un habitante de calle y obvio él tenía más razones negativas por
las cuales hacerlo y tenía una desventaja que era no tener un hogar, una vivienda,
ni una vida digna, por esto muchas personas lo desvinculan de sus realidades
ignorándolo por completo.
Otro contraste fuerte que
encontré durante el recorrido fue al ver a un señor parecido a tu papá, a mi
papá, a tu tíos “bañarse” con el agua del eje ambiental, se los aseguro en ese
momento sentí de todo menos desprecio o asco que es lo que sé que muchas
personas “civilizadas” sienten; por el contrario sentí ganas de ayudarlo, de no
dejarlo hacer eso, de inventarme alguna forma para que él al igual que yo y al
igual que todos los estudiantes y directivos de la universidad de LOS ANDES
pudiera tomar una ducha con agua limpia que le garantice sanidad. En ese
momento vino a mí el sentimiento de impotencia y de rabia pues esa persona
sufre terriblemente de desigualdad socio espacial y se le ha negado su derecho
a la ciudad, y ya pareciera que con esas características no se pudiera hacer
mucho por él.
Estudiante: Adriana Giraldo Rujana

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