El pasado sábado 22 de febrero fuimos al barrio Gustavo Restrepo, en el sur de la ciudad, a visitar las dos casas de emergencia de la Fundación Niños de los Andes "Casa Corazones" y "Casa Albachiara". En estas casas se encuentran niños de 12 a 17 años aproximadamente que han llegado allí por consumo de drogas y algunas actividades delictivas. Al llegar a la casa son exhaustivamente requisados para comprobar que no están ingresando drogas o objetos peligrosos. Cuando llegan a la casa, muchas veces la adaptación no es fácil pues ellos empiezan a ser parte de una comunidad, donde deben seguir reglas, colaborar y empezar a desintoxicar su cuerpo.
El barrio donde se encuentran las casas es poco aseado, las calles están muy deterioradas y la presencia de habitantes de calle es muy alta. Las casas tienen tres pisos y las dos concentran olores muy fuertes, en el primer piso se siente mucho el olor a comida y a límpido, pero en el segundo piso el olor de los baños es imperante (en una casa más que en la otra).
El encuentro con las personas fue impactante dado que el primer acercamiento no fue muy cálido por parte de los profesores y psicólogas de la Fundación. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo y realizábamos el recorrido por las casas, la relación fue adquiriendo un matiz más amable y familiar. El encuentro con los niños fue más especial, entramos al salón donde todos estaban haciendo pulseras y unos se acercaron a nosotros para hablar, e incluso uno de ellos le regalo una pulsera a María Paula. Con el tiempo iban llegando cada vez más niños a compartir con nosotros.
Lo que más nos impacto fue descubrir que las casas están llenas de rejas y en las noches duermen encerrados como "en una cárcel" pues muchos de esos niños tienen responsabilidades civiles y eso implica que deban tenerlos vigilados. Mientras se encuentran en el tratamiento de la casa de emergencia no pueden salir de la casa.
De igual forma, los profesores evitan que los jóvenes tengan esferos, tijeras u objetos que puedan convertirse en un arma.
Fue una experiencia muy enriquecedora, consideramos que es una Fundación a la cual podemos a portar mucho. El hecho que los niños no puedan salir de la casa nos obliga a pensar en actividades que se puedan realizar dentro de ella y que les permita a estos jóvenes conectarse más con su ciudad y prepararse, conociendo sus derechos y deberes, para volver a ella y ser agentes y líderes de cambio.
Camilo Ovalle.
Rafael Daza.
María Paula Vargas.
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